No siempre tiene uno la oportunidad de tener a mano un espacio en blanco donde poder dejar asentado lo que está pensando o sintiendo en ese preciso momento. Tampoco, es cierto, no siempre tenemos la claridad mental y la conexión necesaria con nosotros mismos como para, teniendo el espacio, poder plasmar de modo claro todo eso que nos está pasando.
Hay otros momentos en que uno tiene un espacio donde escribir, un momento de tranquilidad, ganas de hacerlo, pero le parece que no hay nada interesante para contar, aunque eso sea falso, porque a lo mejor unas horas más tarde nos aparezcan un sin fin de ideas, recordamos algo que habíamos sentido y que relacionamos con algo que nos pasó y nos parece que tenemos la historia más fascinante para contar, pero poco después de empezar a escribir nos damos cuenta que ese montoncito de frases no se acerca ni a diez kilómetros de lo que realmente sentimos.
Pero a no desfallecer, siempre llega la ocasión en que se juntan los medios, las ganas, la inspiración y nos sale algo que podamos mostrarle aunque más no sea a algún ser querido, para que no sea tan cruel con nosotros al momento de hacernos sus comentarios.
Que la inspiración nos encuentre trabajando (Pablo Picasso), así los engranajes estarán aceitados y podremos dejar fluir esa energía que intenta plasmarse en palabras, sonidos o imágenes.